Avispa alfarera (Sceliphron destillatorium) |
En las primeras y frescas horas de los calurosos días de julio, la avispa alfarera se afana en construir su nido y aprovisionarlo de alimento para su futura prole. No son avispas que ataquen a los humanos a pesar de sus aspecto terrible y sus colores aposemáticos (negro y amarillo). Pero si es un temible enemigo para otros artrópodos como moscas, chinches, libélulas, escarabajos, arañas... y por su puesto para las larvas de éstos.
Estas avispas, Sceliphron destillatorium, pertenece a la familia de los Esfécidos. De todas las familias de avispas solitarias este es, con mucho, el mayor, representado en Europa por cientos de especies. Comparte con los Pompiloideos el nombre vulgar de avispas terreras, zapadoras o alfareras, aunque no todas ellas excavan, algunas hacen sus nidos en tallos huecos y en lugares similares.
Muchas de estas especies son fácilmente reconocibles por la forma de sus abdómenes, muy delgados en la parte anterior y terminados en una "maza". En muchas especies la parte central del abdomen es amarilla.
Al igual que otras avispas alfareras, estas construyen sus madrigueras antes de tener la presa. La madriguera puede tener un cuello estrello y se ensancha hacia el fondo para formar una cavidad en forma de vasija. Cuando está completa, la avispa la cierra y se eleva volando alrededor para obtener referencias de su situación. Después parte en busca de una oruga (siempre una no peluda) que paralizará y arrastrará o transportará volando de nuevo hasta el nido. Una vez llevada al nido la oruga, pone sobre ella un huevo y después se retira cerrando la entrada del nido con un grano de arena o una tapadera de barro. La avispa joven se alimenta de la oruga y emerge en el verano siguiente. Estas especies presentan un ligero avance hacia la conducta social puesto que la hembra progenitora repone varias veces la comida de las larvas. A menudo atiende a varias larvas en madrigueras diferentes.